domingo, 21 de octubre de 2007

CONVIVENCIA SOCIAL


Convivir, en efecto, significa un modo de vivir, de ser específico, del ser humano. Es verdad que, de algún modo, se puede decir que todas las cosas conviven en el universo, ya que el universo nos localiza a todas, y además nos sitúa en condiciones de cierta interdependencia. Pero, mientras todas las cosas se nos ofrecen como sujetos pasivos de esa coexistencia, el hombre se nos presenta como sujeto activo, como actor y protagonista. Podría decirse que las cosas, mas que vivir, se ven arrastradas por la vida; el hombre, en cambio, es capaz de nadar, de dominar la corriente y aunque sea rió abajo, dirigir su movimiento en una u otra dirección. Los árboles van siendo hechos, el hombre se va haciendo.

Por eso entre todos los posibles aspectos que presenta la vida humana, es posible destacar uno nuevo, el estudio de la convivencia, es decir, la participación activa más o menos consiente en el espacio y el tiempo de las relaciones de los hombres y mujeres en comunidad.

La base y fundamento de la convivencia es la interacción social. Observemos como en el mundo físico, las cosas guardan una relación mutua. Existe, por ejemplo una relación de dependencia entre los movimientos de los astros. Hay relación entre el humo y el fuego. Vemos una chimenea de nuestra ciudad, coronada por una nube de humo y pensamos que debajo debe haber fuego. Hay relaciones todavía más sorprendentes cuando nos fijamos en el mundo de los animales. En una colmena de abejas las actividades de las unas y las otras están relacionadas entre si.

Si continuamos el análisis hasta la observación del comportamiento humano, enseguida podemos encontrar dos niveles de relación:
Estamos relacionados con los objetos exteriores, tanto inanimados como animados. El hombre tiene una relación emotiva y fundamental con el ambiente donde nació, el lugar donde paso su niñez… las cosas, los objetos del parque, la fuente, la casa… todo lo siente como si los objetos estuvieran dotados de alguna vida. Estas relaciones son mas profundas cuando provienen de nuestro contacto con los seres vivos. El perro, el gato, etc.


Las relaciones con las personas o con los grupos de personas constituyen un mundo muy peculiar. La interacción es un fenómeno característico y maravilloso que se da propiamente hablando entre personas. Toda persona es fuente y centro de efectos psicológicos que tienen amplia resonancia en la vida humana. La forma en que yo me relaciono con otras personas puede provocar en ellas relaciones de entusiasmo, depresión, amor, odio, alegría o de tristeza. A este nivel de sujetos humanos las relaciones son totalmente distintas de aquellas que pueden darse a nivel de objeto, incluso de persona-objeto, porque cada uno de los sujetos que participa en la acción tiene una estructura psicológica capaz de transformar esa misma relación. Una persona puede sentir afecto hacia un caballo, e incluso puede darse que el caballo corresponda, de algún modo, al entusiasmo de esta persona; pero siempre dentro de unos límites y sin que ninguno de los dos, persona o animal, puedan comprender respectivamente el mundo del otro.


LÍDERES, CIUDADANOS EDUCADORES DE LOS NUEVOS CIUDADANOS.





La convivencia social como la democracia son construidas por el hombre. Si queremos una sociedad en donde sean posibles la vida y la felicidad, tenemos que construirla con nuestra actuación de cada día. El Liderazgo es un acto de fe en el futuro. Creer que siempre es posible construir un futuro mejor, es lo que constituye el incomparable poder de los líderes en la sociedad. Trabajar este propósito, significa crear, en nosotros y en nuestras comunidades, formas de pensar, de sentir y de actuar, democráticas y de convivencia.

Todo líder cree en el futuro de una forma activa (no es ingenuo); su fe en el futuro la muestra todos los días con su trabajo, buscando unos resultados que difícilmente él verá.
La construcción y desarrollo de nuevas formas de convivencia social que garanticen el respeto a la vida y a los derechos humanos, debe ser uno de los grandes propósitos de los lideres para el nuevo futuro que queremos construir.
Aunque podemos decir que los grandes propósitos de la convivencia social son el cuidado de la vida y la felicidad, no existe un modelo ideal establecido de convivencia que podamos copiar o imitar. La convivencia social es un proceso en construcción, siempre redefinible, que se manifiesta en múltiples formas y modelos, con alcances y características diferentes...pero siempre debe estar orientada a cuidar, proteger y desarrollar la vida de la mejor manera posible.
Los siete aprendizajes básicos que se enuncian y se describen a continuación parecen evidentes a sí mismos, y están profundamente interrelacionados entre sí. Pero esa aparente evidencia es su riesgo: se puede suponer que se dan naturalmente y que no requieren ser enseñados ni aprendidos aprendizajes básicos.
La formación de los nuevos ciudadanos, de “Los hijos de Constitución del 91”, requiere afianzar en ellos los aprendizajes básicos de la convivencia social. Y la creación de una nueva cultura de convivencia social es uno de los propósitos que están al alcance del incomparable poder de los líderes. Si actuamos todos con el mismo propósito.

1. APRENDER A NO AGREDIR AL CONGENERE:
FUNDAMENTO DE TODO MODELO DE CONVIVENCIA SOCIAL



Dentro de los mamíferos superiores, el hombre es una de las pocas especies que ataca y destruye a sus congéneres: conoce la tortura y es capaz de matar a los de su propia especie. Los especialistas en comportamiento animal (Los Etólogos) dicen que el hombre tiene un bajo nivel de inhibición genética frente a la vida de su congénere. Esto, a diferencia de la mayoría de los animales superiores que naturalmente están inhibidos para matar a otro animal de su propia especie.

Por eso el ser humano debe aprender y debe ser enseñado a no agredir, ni física ni psicológicamente, a los otros seres humanos.

La agresividad es natural y fundamental en todos los animales, incluido el hombre. La agresividad es la que genera la fuerza para afrontar las situaciones difíciles, abordar los problemas y emprender los grandes propósitos: cuidar de los hijos, la investigación, la política, el trabajo por la justicia, etc. En el hombre la agresividad puede convertirse en amor o en hostilidad (en odio) hacia el otro, y esto depende en gran parte, de las enseñanzas y de las experiencias de vida que se hayan tenido.

El hombre debe ser enseñado a no agredir a su congénere (ni psicológica ni físicamente) enseñándole a orientar su agresividad hacia el amor, entendido este como la “lucha constante por hacer la vida posible”. Hay que enseñarle a dejar el combate pero sin perder la combatividad. A ser fuerte pero sin perder la ternura ni la compasión por el otro.

La agresividad se convierte en amor enseñando y aprendiendo a conocer al otro, el cual siendo diferente es plenamente humano como yo. El otro por ser diferente puede ser complemento o quizás mi opositor pero nunca mi enemigo.

Aprender a no agredir al otro significa:
Aprender a valorar la vida del otro como mi propia vida.
Aprender que no existen enemigos; existen opositores con los cuales puedo acordar reglas para resolver las diferencias y los conflictos, y luchar juntos por la vida.
Aprender a valorar la diferencia como una ventaja que me permite ver y compartir otros modos de pensar, de sentir y de actuar.
Aprender a buscar la unidad pero no la uniformidad.
Aprender a tener el cuidado y defensa de la vida como el principio máximo de toda convivencia.
Aprender a respetar la vida intima de los demás.

La no agresión al congénere es un aprendizaje que debe cultivarse todos los días de la vida.


2. APRENDER A COMUNICARSE:
BASE DE LA AUTOAFIRMACIÓN PERSONAL Y GRUPAL


La autoafirmación se puede definir como el reconocimiento que le dan los otros a mi forma de ver, de sentir e interpretar el mundo. Yo me afirmo cuando el otro me reconoce y el otro se afirma con mi reconocimiento.

Todo acto de comunicación (verbal, gestual, escrito, etc.) busca transmitir un sentido, una forma de ver el mundo, que de espera sea reconocida por los otros.

La primera función de la comunicación es la búsqueda de reconocimiento, por eso el rechazo a la comunicación del otro produce hostilidad y afecta su autoestima.

El medio básico de la comunicación es la conversación porque el habla es un medio de comunicación totalmente autónomo y todos lo poseen. La convivencia social requiere aprender a conversar. A través de la conversación podemos expresarnos, comprendernos, aclararnos, coincidir, discrepar y comprometernos. En una conversación autentica cada uno busca convencer a los otros, pero también acepta poder ser convencido; y es en este propósito mutuo, como se construye la autoafirmación de cada uno y la de todo el grupo. Por eso la mentira deteriora toda comunicación.

La construcción de la convivencia social requiere el fortalecimiento y creación de espacios para la conversación: cafeterías y clubes en donde los jóvenes pueden conversar; espacios para que los niños conversen entre sí, con los mayores de su familia y de su comunidad. Espacios para que los gobernantes puedan conversar con sus gobernados, las minoriza con las mayorías, etc. Sociedad que aprende a comunicarse de muchas maneras siempre encuentra formas de solucionar sus conflictos pacíficamente.

La conversación en la familia es el primer espacio para aprender a comunicarnos.


3. APRENDER A INTERACTUAR:
BASE DE LOS MODELOS DE RELACION SOCIAL

Aprender a interactuar supone varios aprendizajes:

Aprender a acercarse a los otros: esa es la importancia de las reglas de saludo y cortesía.
Aprender a comunicarse con los otros: saber reconocer los sentires y los mensajes de los otros y lograr que mis mensajes y sentidos sean reconocidos. Saber conversar y saber deliberar.
Aprender a estar con los otros: percibir que los otros “están conmigo” en el mundo buscando y deseando ser felices como yo. Aprender a ponerme de acuerdo y a disentir sin romper la convivencia. Aprender a ceder y a recibir cesiones.
Aprender a vivir la intimidad: esa es la importancia de aprender a cortejar y de aprender a amar.
Pero sobre todo aprender a percibirme y a percibir a los otros como personas que evolucionamos y cambiamos en las relaciones ínter sujetivas pero guiados por unas reglas básicas universales: los derechos humanos. Esto significa aprender que cualquiera sea el modelo de convivencia que construyamos, éste debe siempre respetar los Derechos Humanos. Estos son los derechos de todos los hombres que proceden toda ley, religión, partido o creencia y que están reafirmados en la constitución.


4. APRENDER A DECIDIR EN GRUPO:
BASE DE LA POLÍTICA Y DE LA ECONOMIA


Aprender a convivir supone aprender a sobrevivir y a proyectarse, y estos tres propósitos fundamentales del hombre no son posibles si no se aprende a concertar, con los otros, los intereses y los futuros.

Aprender a decidir en grupo implica aprender que los intereses individuales y de grupo existen; que dichos intereses forman parte constitutiva del ser humano y que son un factor dinamizador de la convivencia social si aprendemos a concertar.

La concertación es la condición de la decisión en grupo. La concertación la podemos definir como la selección de un interés compartido que, al ubicarlo fuera de cada uno de nosotros, hacemos que nos oriente y nos obligue a todos los que lo seleccionamos. A ese interés que hemos seleccionado le ponemos diversos nombres: propósito, meta, estatuto, acta, convenio, capitulación, contrato...., y cuando es una concertación de toda una sociedad lo llamamos constitución.

Una verdadera concertación supone además que aceptamos evitar o rechazar los intereses y los propósitos que van contra o en deterioro de lo que se ha concertado.

Para que la concertación sea útil para la convivencia social, es decir que genere obligación y sirva de orientaron para el comportamiento, se requiere de la participación directa o indirecta de todos a los que va a comprometer. Cuando una concertación excluye a alguien (persona o grupo) éste no se siente obligado y buscará transgredir o atacar la concertación.

El grado de convivencia de una sociedad depende de su capacidad de concertar intereses de una forma participada a todo nivel: familiar, barrial, veredal, regional, nacional e internacional.

Toda organización social (escuela, barrio, empresa, partido, club, grupo, etc.) es tanto más fuerte cuanto pueda hacer concertaciones sobre intereses más elevados que obliguen, orienten y beneficien a la mayoría.

Aprendiendo a concertar en grupo se puede llegar a aprender el máximo nivel de concertación: concertar el interés general o bien común.

Por ser toda concertación un acto creado por el hombre, puede ser cambiada o modificada si los concertantes están de acuerdo con ese cambio. Por eso toda buena concertación (como toda buena constitución) establece las reglas para cambiar o modificar la concertación.

Cuando de entiende la importancia de la concertación, se entiende la importancia de conocer y proteger una constitución que ha sido hecha con la participación directa o indirecta d e toda una sociedad.


5. APRENDER A CUIDARSE
BASE DE LOS MODELOS DE SALUD Y SEGURIDAD SOCIAL





La salud es un bien personal que se construye y se desarrolla a base de comportamientos. La convivencia supone aprender a cuidar el “bienestar” físico y psicológico de si mismo y de los otros, porque el cuidado del “bienestar” del propio cuerpo y de los otros es una forma de expresar el amor a la vida.

Aprender a cuidarse significa también aprender a crear condiciones de vida adecuadas para todos: vivienda, alimentación, salud, recreación, trabajo, etc. Si el otro no tiene condiciones de vida adecuadas, la convivencia no es posible, porque la supervivencia es condición para la convivencia.

Aprender a cuidarse supone:

Aprender a proteger la salud propia y de todos como un bien social (esta es la importancia de los hábitos de higiene y comportamientos de prevención)
Aprender a valorar las normas de seguridad industrial.
Tener una percepción positiva del cuerpo a nivel personal y colectivo como forma de expresión (la importancia del deporte, la danza, el teatro, la gimnasia, etc.).

Sin una cultura de cuidado del cuerpo y de las condiciones de vida, no es posible el desarrollo adecuado de los sistemas de salud y de seguridad social: no es posible protegerlos a todos, si cada uno no sabe cuidarse.

Toda ética supone una ética del amor propio; y el cuidado de si mismo, es a la primera premisa de esta ética.


6. APRENDER A CUIDAR EL ENTORNO
FUNDAMENTO DE LA SUPERVIVENCIA


Aprender a convivir socialmente es ante todo aprender a estar en el mundo. La convivencia social es posible si aceptamos que somos parte de la naturaleza y del universo, y que no es posible herir al planeta tierra sin herirnos nosotros mismos. ¿Si destruimos el planeta adonde iremos?

Una ética de la convivencia social supone el cuidado del lugar donde estamos todos: la Biosfera.

Aprender a cuidar el entorno supone no confundir la riqueza con el dinero. Por conseguir dinero estamos destruyendo la riqueza: el agua, el oxigeno, el ozono, la selva tropical, La biodiversidad. Actualmente la biodiversidad una de las mayores concentraciones que debemos decidir es el cuidado del planeta. Para nosotros no es posible sobrevivir si el planeta muere, y el planeta tierra no puede sobrevivir como “nuestra casa” sin nuestro cuidado.

La convivencia social implica educar a “los hijos de la constitución del 91” en una visión planetaria de la vida. Esto parece obvio pero no es fácil, porque no nos sentimos como una parte de la naturaleza: aún creemos que somos “los amos de la naturaleza”

Aprender a cuidar el entorno significa:
Aprender a percibir el planeta tierra como un ser vivo del cual formamos parte porque si el planeta muere moriremos nosotros.
Aprender a cuidar, a valorar y defender el aire, el ozono, la selva tropical, la biodiversidad, el agua. Los manglares, las selvas naturales, etc., como la verdadera riqueza común, la cual no puede ser apropiada para beneficios privados o particulares.
Aprender a conocer todas las formas de vida de la naturaleza y la forma como ellas dependen de nosotros y nosotros de ella; es la importancia del conocimiento y la difusión publica de las ciencias naturales y las ciencias de la tierra.
Aprender a defender y cuidar el espacio público en las ciudades y en los campos como los lugares en donde los hombres nos encontramos y nos expresamos como seres en el mundo.
Aprender a manejar y controlar la basura y los desperdicios, valorando el reciclaje de la basura como la mejor estrategia para proteger el ambiente y la vida.
Aprender a oponerse a la producción de desperdicios y residuos que dañan el planeta y destruyen la vida (residuos atómicos, productos no biodegradables).
Aprender a negociar los conflictos para volver la guerra un acto inútil e impensable.

7. APRENDER A VALORAR EL SABER SOCIAL:
BASE DE LA EVOLUCION SOCIAL Y CULTURAL


El saber social lo podemos definir como el conjunto de conocimientos, practicas, destrezas, procedimientos, valores, símbolos, ritos y sentidos, que una sociedad juzga validos para sobrevivir, convivir y proyectarse.

Todo saber es creado por el hombre, es un producto cultural y, como tal, tiene forma de ser producido, acumulado, transferido y difundido; y como cualquier producto humano es susceptible de modificarse, deteriorarse o perecer.

En la sociedad existen dos grandes tipos de saberes:
el saber cultural: producido a través de la practica diaria o de la observación comunitaria de los fenómenos, el cual se acumula y perfecciona a través de largos periodos de tiempo, se transmite de mayores a menores, en las rutinas de trabajo, en la vida diaria y generalmente de forma oral; se conserva en la memoria de los mayores, en las tradiciones y en los ritos. A esta categoría pertenecen saberes tan importantes como los hábitos de crianza de los niños, las formas de arreglar la casa, las costumbres de la mesa y la comida, las formas de cortejar, la formación en valores, etc.
El saber académico: producido a través de metodologías internacionalmente reconocidas (el método científico), clasificado en disciplinas; acumulado a través de libros, textos, revistas, bases de datos, etc. A este grupo pertenecen las ciencias conocidas: física, química, economía, psicología, etc.

Ambos saberes son igualmente importantes para la convivencia social, porque es dentro del saber social (el cultural, y el académico) en donde evoluciona el hombre como hombre. Lo que llamamos naturaleza humana no es algo ya hecho, el ser humano se moldea y evoluciona dentro de la cultura y el saber académico que le toca vivir.

El conocimiento y contacto con, los mejores saberes culturales y académicos de cada sociedad produce hombres más racionales, más vinculados a la historia y a la vida cotidiana de la sociedad y por tanto más capaces de comprender los beneficios y posibilidades de la convivencia social.

Por eso es importante:
Que a nivel familiar y local, los niños y jóvenes conozcan el significado de las tradiciones y costumbres de su comunidad. Esto los vincula a su historia y a la vida cotidiana.
Que la enseñanza de la historia, sea la enseñanza de las formas como los diferentes grupos sociales han cuidado y construido las actuales formas de convivencia (con sus aciertos y sus fallas). Esto les confirma que toda convivencia es construida y creada por voluntad de los hombres mismos.
Que todos los docentes tengan una profunda mentalidad democrática moderna.
Trabajar por un sistema educativo muy productivo y de calidad, para que realmente los niños y los jóvenes puedan adquirir los mejores conocimientos, destrezas y valores que la sociedad posee. Un sistema educativo efectivo y de calidad es un factor positivo de convivencia, porque produce personas seguras de si mismas y ubicadas psicológica y socialmente.






¿ Cual es mi propuesta para contribuir a desarrollar procesos de convivencia social para mi familia, mi colegio, mi barrio, mi comuna?